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"el precio de la verdad es tu tranquilidad"

El duro encuentro con la verdad

primera columna

Publicado: 2015-03-30

¿Cuánto duran tres años? será que los segundos, minutos, horas, días, meses y años son medidas exactas de tiempo. Me atrevería a decir que no.

Hace muchos años conocí a alguien que me contó una aburridísima fabula. Cuando el sueño ya asomaba sus caricias, algo cortó mi modorra como el limón a la leche recién ordeñada.

"...y el señor del mostrador le dijo (se suponía que era algo así como un lugar en donde se podía comprar todo) el precio de la verdad es tu tranquilidad..."

Muchos años renegué por no conocer la verdad, pero ¿en serio?¿para qué necesitaba la verdad? ¿Qué verdad necesitaba? Si mi mitad de la historia sería distinta a la mitad de ella y a la mitad de él. ¿cuál mitad era la mitad restante? ¿cuál debía ignorar?

Ser un renegado, encontrar todo mal. Las hojas en el suelo, el calor, la lluvia ¡absolutamente todo estaba mal! porque sólo tenía mi mitad y la incertidumbre del espacio vacío que ella había dejado en la sala de la casa que solía creer nuestra.

"Son necesarios veintiún días para eliminar cualquier mal hábito"

¡JA! ¡que se lo coman los cocodrilos que tienen la boca bien grande! Un momento ¿qué hace un cocodrilo en esa frase? ¿se puede comer un floro? El floro se cree, no se come. Y en este caso, ese floro, común refrán de mi madre dudando alguna fantasiosa historia mía, no surgía efecto.

Sí, sí, ya lo sé, hay pruebas y todo ello; pero, desafío a cualquiera de los dueños de esa teoría de los veintiún días, a que explique cómo no pude olvidar en veintiún días el mal hábito de prepararle el desayuno, de contemplar devotamente su lado de la cama o de extrañarla.

Fuero tres años para hallar la mitad restante. Tres años en los que hice mil borradores de como iba el cuento por parte de la otra parte.

Tan mal no me fue. Pero, leer esa mitad de la historia y sentir muy en el fondo que ... ya pasó... fue de lejos una emoción muy reconfortante. 

Sólo cuando sanas una herida puedes atreverte a herirte nuevamente. Hoy por hoy tengo el compromiso de decirte gracias, por cerrar ese circulo que dibujamos en medio de una tormenta de todo y de nada.

Feliz, soy feliz de no haber conocido la verdad nunca, ya que después de tanto lo que conocí fue sólo un recuerdo, un ingrato pero sanador recuerdo.

Al final tres años duraron lo que debían de durar.

¡Gracias!


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La Palabra del Ciego

Hablar como consecuencia de mirar y analizar...